aenlibertad@gmail.com



Nuevo blog:

POEMAS Y TEXTOS (nombrando paisajes, misterios y silencios) ameliadesola.blogspot.com.es



viernes, 15 de junio de 2012

Profesión de fe

"Creo que tengo un alma.
Creo en mi alma justa e infinita.
Esta fe no tiene nada que ver con mi persona.
Pero yo trato de llevar mi persona hacia la sabiduría, por considerción a mi alma.
Esto es todo lo que yo creo.
Lo demás no son más que ideas."

"¿Qué puede hacer un hombre despierto que no sea del orden de los actos, ni del orden de las sensaciones, ni de las emociones, ni de los pensamientos?... La respuesta es que puede hacerse un alma.
Yo creo que el alma se forma por una combinación del espíritu y el cuerpo que no se produce en todas las personas. El espíritu en el universo se basta a sí mismo, no conoce carencia. Pero necesita cuerpos para hacer almas. Yo creo que el alma aparece cuando, en un cuerpo, el espíritu adquiere distancia con relación a sí mismo. Cuando, en un cuerpo que consiente,... el espíritu fija al espíritu y lo establece así como una presencia al estado puro...
Raramente nos servimos para el mal o para el bien de todo lo que somos. Y cada cual lleva lo necesario para hacerse un alma.  Pero se necesita el deseo. Y más aún, el deseo del deseo, facultad misteriosa que se revela sólo en la oración, otro misterio.
Y además, se necesitan pruebas.
Conozco a un hombre que fue deportado a Mauthausen, sección "Noche y Niebla" (detenidos a liquidar). Por una extraordinaria casualidad, después de unos meses terribles, fue incluido en una lista de prisioneros a canjear. Él respondió: "No. Que inscriban a otro" Y, sin embargo, no era un santo. No tenía otro afán que continuar la guerra. Y para la guerra se creía más útil que muchos. Pero acababa de oírse  a sí mismo responder que no. Había dicho no sin reflexionar. Estaba temblando de la sorpresa. Y lleno de algo así como una alegría. Había descubierto que hay una cosa más importante que sobrevivir: sentirse inatacable, sin esperanza y sin miedo y con una alegría fría y rutilante. Aquella guerra se ganaría sin él. Pero él acababa de ganar una guerra santa. Acababa de recibir su alma.
También hace falta una independencia total: que dejen de importar la opinión ajena, sea de quien sea, y la propia.
En nosotros se forma algo que gana nuestro respeto, que sobrevive a nuestras degradaciones y que existe durante nuestras ausencias, como las estrellas durante el día. Que le haga respetarse  a sí mismo, incluso en sus momentos de ruindad o de evasión, creo que es el objetivo inconfesado, consciente o inconsciente, de todos los hombres... Se alcanza entonces una cumbre de soledad desde la que se descubren los seres, se les comprende y se les respeta...""

(L. Pawels: Lo que yo creo)