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miércoles, 19 de octubre de 2011

Votar o no votar: That is the question (o una de ellas)

"Los electores votan pero no eligen. Refrendar una de las listas de partido no es elegir. Los integrantes de lista no son elegidos por los votantes, sino por los jefes de partido. No representan, pues, a los electores ni a la sociedad civil. El Régimen político resultante tampoco. La distribución de cuotas electorales entre partidos sólo puede representar a la sociedad política costeada con fondos públicos, es decir, a la sociedad estatal. No se vota a diputados de los electores, del pueblo o la sociedad, sino a puros delegados de los partidos estatales. Esta realidad formal, que todos pueden ver sin emplear apenas la inteligencia, se tapa torpemente con impúdicos velos de propaganda democrática. Todos, gobernantes y gobernados, apuntalan la colosal mentira de llamar legislativas a estas burocráticas elecciones administrativas para cubrir puestos de relieve en el Estado; de llamar representantes del pueblo a simples delegados de partidos; de llamar separación de poderes a la simple separación de funciones públicas entre personas de una misma obediencia de partido; de llamar democracia representativa a esta degenerada oligarquía estatal."
(A.G. Trevijano: "Lo que se vota". Fuente: rehacersehombres.blogspot.com

Tras este lúcido análisis de lo que, en palabras de la gente del 15M, "se llama democracia y no lo es", Garcia Trevijano concluye que la única actuación coherente posible es la abstención, es decir, negarse a participar en un sistema en el que todo está preparado para la autoperpetuación.
Puedo entender esa postura, pero discrepo de ella.
Discrepo, en primer lugar, porque la abstención mezcla y confunde la no participación consciente con el simple desinterés, y en segundo lugar, porque el sistema es capaz de digerir porcentajes enormes de abstención sin que se le mueva un pelo. Véase, si no, el caso de EEUU.
Pero es que, además, me parece más inteligente utilizar las herramientas del sistema para, aprovechando sus ventajas y poniendo de manifiesto sus contradicciones, ir generando centros de irradiación de lo nuevo, a modo de cuñas de formas organizativas pertenecientes, ya, a un nivel de consciencia emergente, que en modo alguno debe desecharlo todo en bloque, sino aprovechar en todo los ladrillos del sistema derribado (o en proceso de derribo) para construir (ir construyendo), el nuevo.
En ese sentido, creo más interesante la síntesis voto-abstención que propugnan "partidos" como Escaños en Blanco, que propone obtener escaños... para dejarlos vacíos, como símbolos visibles de que la ciudadanía está dando la espalda a un modo de hacer caduco.
O, también de mucho interés, la propuesta del Partido de Internet, que se plantea llevar al Parlamento, con sus enventuales diputados, las opiniones directas de los ciudadanos, recogidas a través de votaciones vía internet, sintetizando así la democracia directa y la representativa.
Creo, pues, que la abstención como mecanismo de protesta puede y debe ser superada por otros tipos de participación... en una forma nueva de hacer, que sin embargo, tiene la inteligencia de aprovechar lo viejo para alimentarse, crecer y poenerse de manifiesto.