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martes, 20 de abril de 2010

IV. Una teáloga de la Espiritualidad de la Diosa: Caitlin Matthews. La Iniciadora y la Desafiante

LA INICIADORA (La que conduce al segundo nacimiento)

La iniciadora es la guardiana de los misterios. Aparece como maestra, como narradora de relatos, como abuela. Las mitologías la representan con frecuencia como madre devoradora, ya que, al ser Señora del segundo nacimiento que supone la iniciación, re-gesta al iniciado en su vientre, lugar donde se produce la transformación. Ella nos prepara para dirigirnos hacia las pruebas rigurosas de nuestras vidas.
Uno de los mitos del ciclo de la Iniciadora es el de Ceridwen y Taliesín, quien, inadvertidamente, toma unas gotas del caldero de sabiduría de la Diosa, la cual se da cuenta de inmediato:
"Y él la vio, y se convirtió en liebre, y huyó. Pero ella se convirtió en galga y lo persiguió. Y él corrió hacia un río y se volvió pez. Y ella lo persiguió en el agua en forma de nutria hembra, hasta que él resolvió convertirse en pájaro del aire. Ella, como halcón, lo siguió y no le dio descanso en el cielo. Y cuando iba a cernirse sobre él y él temía por su vida, advirtió un montón de trigo limpio... y se dejó caer sobre el trigo y se convirtió en uno de los granos. Y ella se transformó en gallina negra... y lo encontró, y se lo tragó... y lo llevó en su vientre nueve meses, y lo dio a luz, y no tuvo corazón para matarlo, tal era su belleza..."
Tanto Demeter como Isis actúan como nodrizas e iniciadoras de los niños puestos a su cargo, a los que introducen en el fuego purificador a fin de ir quemando partes de su mortalidad. Una función parecida realiza la australiana Kawaldi, quien regesta en su útero a sus jóvenes pupilos cuando les llega el momento de la iniciación.
La iniciadora actúa también como madre adoptiva, enseñando y ayudando a sus protegidos en los retos que han de afrontar. La céltica Ariarnhod lo hace con Lleu, y Atenea con muchos héroes, como Ulises, Telémaco o Perseo, a quien entrega el espejo de la verdad a fin de que pueda enfrentarse a Medusa. Es un don de la Iniciadora al joven héroe, a fin de ayudarlo en su encuentro con el aspecto desafiante de la Diosa.
La iniciación suele ser dolorosa y dura, bien la afrontemos en forma de ritual, bien sea la propia vida la que nos confronte. Y la Iniciadora es una maestra profunda y despiadada. Su función no es mimar ni proteger al neófito, sino exigirle valor y una atención concentrada. Entramos en la cueva de la Iniciadora no sólo para beber su elixir de sabiduría, sino también para convertirnos en ese elixir, para someternos al fuego, y ser purificados en el crisol de la experiencia. Sólo por medio de ese dar y recibir energía nos preparamos para afrontar las pruebas de la Diosa Desafiante.


LA DESAFIANTE (La que presenta desafios)

Dice Vivekananda en su canto a la Madre Kali:

"Pues tu nombre es Terror,
en tu aliento está la muerte
y cada paso vacilante
destruye un mundo para siempre.
¡Oh, Tiempo, destructor de todo!
¡Ven, oh, Madre!"

Nadie espera nunca a la Desafiante. Sin embargo, como el Hada Mala del cuento de la Bella Durmiente, ella nunca deja de presentarse repetidamente en nuestras vidas. Y es que su función es plantear desafíos a fin de ponernos a prueba y erradicar lo viejo y gastado. Sean cuales sean nuestras debilidades, las lecciones a aprender en nuestro proceso vital, ella nos las presentará y nos probará una y otra vez hasta que cada aspecto quede perfectamente integrado.
Ni siquiera la Señora de los Cielos, Inanna, está libre de la confrontación con la Desafiante, en la forma de su hermana y contraparte, Ereshkigal, en su descenso hasta la cual hubo de despojarse de toda vestidura, y aparecer desnuda ante la Reina del Lugar de Abajo:

“Entonces, Ereshkigal miró a Inanna con el ojo de la muerte.
Le habló con la palabra de la ira.
Pronunció contra ella el grito de la culpa.
La golpeó.
Inanna se convirtió en cadáver,
en trozo de carne que se pudría,
y la colgaron de un gancho en la pared.”

Se suele representar a la Desafiante como señora de las puertas del Mundo Inferior. En un mito melanesio, Le Hev Hev desafía a la prueba del laberinto a todos los que llegan a su reino tras la muerte. Y es que la Desafiante es la que propicia la muerte iniciática.
En el relato arapahoe de la Mujer del Buho Blanco, ella aparece como la estación fría que hay que superar antes de que llegue la resurrección primaveral. Presenta, asimismo, una serie de preguntas rituales a las que hay que contestar correctamente a fin de que se produzca el deshielo.
También la Dama Ragnell, poniendo a prueba a Gawain, cumple la función desafiante, como por otra parte la Esfinge, Medusa, la Chinnamasta hindú, Kali, la Varjayoguini tibetana y toda una serie de deidades de todas las culturas, que nos hacen replantearnos la idea de que la Diosa es toda dulzura y luz.
Así como la Medidora pone en marcha el tiempo, la Desafiante lo reabsorbe, aportando una profunda renovación. Si una serie de esquemas recurrentes amenaza con recluirnos en patrones de pensamiento, sentimiento y acción caducos, el aspecto desafiante de la Diosa nos hará enfrentarnos con ellos repetidamente, hasta que seamos capaces de responder de manera positiva. Es prudente valorar a la Desafiante por su sabiduría. Ella, a través del esfuerzo y el dolor, nos aporta conocimiento de nosotros mismos y posibilita nuestra evolución, y esto tanto a nivel personal como en tanto que sociedades y culturas.
La Diosa Desafiante, pues, destierra todo lo que ha llegado al final de su plazo. Lo destierra porque su función consiste en renovar el rostro de la tierra y limpiar los lugares oscuros del corazón. La fuerza efectiva de su compasión es incomparable.